13 octubre, 2010

La ansiedad de la madre eleva el riesgo de irritabilidad del bebé


Ante el hecho de tener un hijo que no logra dormir más de dos horas seguidas o que llora sin parar, muchas madres se preguntan si son ellas las culpables. Un grupo de investigadores españoles acaba de avanzar en la respuesta, al revelar que, en efecto, la ansiedad de la madre
eleva el riesgo de tener un bebé llorón, aunque se puede dar el caso de que, como excepción, los pequeños nazcan con una variante genética que les proteja y suavice su temperamento.
Para llevar a cabo el estudio, que ha sido publicado en la revista 'Journal of Developmental Behavioral Pediatrics', se contó con la participación de 317 madres, con una media de edad de 32 años y españolas. No habían seguido tratamiento psiquiátrico durante la gestación, aunque un 20% de ellas había recibido terapia antes del embarazo y un 39% tenía antecedentes familiares de patología mental.

El doctor Julio Sanjuan, del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM) y coordinador del estudio, y su equipo, evaluaron el carácter de los bebés a través de un cuestionario a sus padres. A la vez, se determinó si la madre padecía o no depresión postparto o ansiedad. "También realizamos pruebas genéticas tanto en ellas como en sus bebés con sangre del cordón umbilical y periférica, en el caso de la progenitora", indicó Sanjuan. Así, al estudiar los datos resultantes, fue evidente que, según Sanjuan, "la ansiedad o la preocupación excesiva de las madres influye en el carácter de los hijos, salvo si el niño tiene una determinada variante alélica del gen transportador de serotonina. Concretamente, aquéllos que poseen el alelo largo del 5-HTTLPR son mucho menos irritables, independientemente de que su madre tenga o no ansiedad". Sanjuan ha afirmado que "este es el primer trabajo que muestra este tipo de interacciones. Tiene, además, claras implicaciones en el futuro, porque ayuda a comprender mejor la compleja influencia entre el estado emocional materno y el comportamiento de su hijo". "El trabajo demuestra que no sólo importa el estado emocional de la madre sino también los genes del bebé", agrega el experto. Una de las implicaciones más relevantes del estudio es la posibilidad de una intervención clínica postnatal que se puede llevar a cabo seleccionando los grupos de más riesgo. "Podemos realizar una intervención para que las madres sepan cómo pueden interaccionar en el comportamiento de sus hijos, de tal forma que aumente su
seguridad a la hora de cuidarlos", comentan los autores.

Journal of Developmental and Behavioral Pediatrics. 2010 Sep;31(7):545-554.
Fuente: Psiquiatria.com

Podríamos hacer algunos apuntes a la noticia. Hay un porcentaje de mujeres con antecedentes de patología mental familiar y otro porcentaje de mujeres que siguieron terapia psicológica antes del embarazo, sin especificar por qué. Se sabe que los antecedentes de trauma tienen efecto a largo plazo y podrían explicar la ansiedad que se nombra en el estudio. No se recogen en la noticia datos sobre el parto que expliquen la ansiedad o depresión. Tampoco se explica exactamente como se mide la irritabilidad de los bebés, si es su comportamiento normal, o si realmente son bebés altamente demandantes, por ejemplo. Tampoco se especifica si la ansiedad de la madre es antes o después. Otros estudios parecen que sí correlacionan estrés de la madre durante el embarazo y el parto con mayor sensibilidad o irritabilidad de los bebés (véase "El amor maternal" de Sue Gerhardt). Al igual que otros estudios demuestran que los efectos del estrés del embarazo se palían con una crianza respetuosa (artículo comentado en "Crianza Natural).Esta última parecería la esperanza para quienes no han podido luchar con ciertas circunstancias durante el embarazo.

Por suerte, el cerebro humano, el cuerpo humano, no es estático, sino que se adapta a las circunstancias, incluso a veces cambiando los mismísimos genes (como han demostrado los estudios del canadiense Michael Meany y su equipo, cuyo gen antiestrés se activa gracias a los cuidados maternales y la lactancia materna).

Cristina Silvente

12 octubre, 2010

La edad del destete

Quienes disfrutamos con nuestros hijos de una lactancia prolongada nos preguntamos muchas veces cuándo será la edad del destete natural del mamímero humano.

Por acallar tanto comentario que nos toca escuchar acerca de lo muy mayores que son ya nuestros hijos para tomar teta; por curiosidad, porque los niños de otras mamás han mamado hasta los cuatro, los seis, los ocho años...

Lo cierto es que grandes filósofos y concienzudos científicos han hablado del tema y han estudiado y debatido intentando dar una respuesta concreta y respaldada por estudios científicos y antroposociales.

Pero a lo mejor, la respuesta ha estado ahí siempre delante de nuestros ojos. Hace unos días de repente lo vi, y vosotros lo vais a ver también enseguida al escuchar dos sencillas preguntas:

¿Cuándo se caen los dientes de leche?

¿Por qué se les llama dientes de leche?

¡¡¡Claro!!! ¡¡¡No se les llama dientes de leche porque sean de leche... sino porque con esos dientes "son" con los que nuestra especie mamaba antes de la revolución del biberón y la leche de fórmula!!!

Tal vez lo sabían nuestras abuelas, o las abuelas de nuestras abuelas. Mientras nosotros con nuestra modernidad perdíamos la sabiduría de la teta, el lenguaje popular estaba ahí oculto dándonos la clave para "saber".

Parece que, efectivamente, el destete viene a darse de una forma natural hacia los 6-7 años, cuando comienza a caerse la primera dentición, aunque se sabe de niños que aún continúan unos años, mientras van mudando pieza a pieza los dientes de leche por lo que será su dentadura definitiva.

Mónica Alvarez