Fuente Original: El Confidencial
“Depresión postparto” son unas de esas palabras unidas indefectiblemente con la experiencia de ser madre. Es de los fantasmas que más acechan a las futuras madres, pero también la realidad con la que se enfrentan algunas de ellas.
Con mis compañeras psicólogas perinatales a menudo ha surgido el debate sobre si la tristeza y la depresión son normales tras dar a luz. Y entonces aparece la inevitable pregunta sobre lo que es normal y lo que no.
Si nos preguntamos si es normal estar triste después del parto, la respuesta general sería no. La naturaleza no puede haber creado un estado depresivo en la mujer al tener un bebé. Si el embarazo, el parto, la lactancia, forman parte de la salud sexual y reproductiva de la mujer, no cabe que haya malestar emocional. Entonces, ¿por qué muchas mujeres experimentan y hablan de ese malestar? ¿Qué ocurre?
Nos encontramos con muchas variables en juego para poder hacer afirmaciones generales. Reflexionemos sobre algunas de ellas.
La cultura. Vivimos en una cultura donde se muestran dos extremos difíciles de conjugar. Por un lado, todo el mundo tiene la imagen fantástica de la madre feliz dando el pecho con la sonrisa en la boca a un bebé gordito, rosadito, rubito, tranquilo. Por otro lado, la idea tan arraigada de que el parto es el mayor dolor del mundo, del sufrimiento de las largas noches sin dormir, de no volver a ser nunca la de antes, del sacrificio de la lactancia. Sin olvidar la idea subyacente de que en la sociedad hay que producir, que aquí no ha pasado nada y hay que volver al trabajo, a tener la figura de antes, a volver a ser la mujer sexy de antes. El trabajo y la maternidad son un gran dilema, especialmente para aquellas que han tenido que luchar mucho por su puesto de trabajo, por alcanzar unos objetivos profesionales.
Más allá de la cultura, de la norma subjetiva en la que viva la mujer, ésta no llega a la maternidad “virgen”, sino que viene con su mochila de experiencias vitales: su infancia, sus éxitos, sus fracasos, su dolor, sus sueños. Se pone de relieve sobretodo la propia infancia, cómo fue criada, qué quiere repetir en sus hijos y qué no. Más mujeres de las que imaginamos han sufrido abusos sexuales (según un estudio expuesto por la Fundación Vicky Bernadet, un 23% de las mujeres habrían sufrido algún tipo de abuso sexual en su infancia), y maltrato, así que las mismas experiencias del cambio del cuerpo, del tocarlo, el dar a luz, dar de mamar, pueden ser estímulos que despierten memorias que se creían dormidas.
Muchas mujeres llevan toda la vida luchando por olvidar y por salir adelante y, de repente, una palabra, un sentimiento, una sensación puede hacer tambalearse toda la seguridad emocional. No quiere decir que todas las mujeres que hayan pasado por malas experiencias vayan a tener una vivencia negativa de la maternidad, pero puede ser un factor importante. A algunas, sin embargo, la maternidad les ha dado fuerza, les ha demostrado que son capaces, que pueden confiar en sus cuerpos.
Muchas mujeres llegan a un embarazo después de un largo trayecto, de intentos, de técnicas de reproducción asistida, de pérdidas de uno o más bebés. Las pérdidas gestacionales son un tabú en nuestra sociedad, que no recibe la suficiente atención y comprensión y que provoca que las mujeres vivan sus experiencias en silencio, sin tener siquiera derecho a expresar cómo se sienten. Un nuevo embarazo puede ser vivido con mucha ansiedad, con mucho miedo a que la experiencia se vuelva a repetir. Otras pueden tener embarazos valorados como de alto riesgo debido a la pérdida, siendo una auténtica carrera de obstáculos difícil de llevar con serenidad sin el acompañamiento adecuado, y a veces ni con él.
Evidentemente, estando embarazada pueden ocurrir muchas otras cosas que pueden afectar: estrés en el trabajo, una enfermedad o pérdida de un familiar, un cambio de residencia, un cambio de trabajo, pérdida incluso de la pareja.
El propio parto marca la lactancia
Un punto que debería ser clave es la vivencia del parto. Una mujer no puede estar feliz si ha pasado un parto doloroso, o se le ha practicado una cesárea de urgencia, o ha habido problemas con la salud de su bebé, o se ha sentido no tenida en cuenta. Entre un 2-9% de los partos acaba con un cuadro de Trastorno de Estrés Postraumático, un diagnóstico diferente al de depresión postparto que pasa desapercibido o que se confunde con él. Además, las consecuencias físicas del parto afectan también emocionalmente.
Existe también la idea errónea de que si has tenido un bebé sano ya tienes que estar feliz, y muchas mujeres se sienten culpables por sentirse mal tras el parto, cuando deberían ser comprendidas y apoyadas por el entorno. Muchas veces, cuando nace una madre, viene con ella un paquete bajo el brazo difícil de desprender: la culpabilidad. Son las culpables de todo, y si algo sale bien es fruto de la suerte o de otros, pero nunca nada de lo que hacen, decidan o hagan está bien. Es difícil batallar con tanto palo en las ruedas y salir airosa.
No menos importante es el tema de la lactancia. La mayoría de mujeres, alrededor de un 80%, inicia la lactancia materna. Sin embargo, este índice desciende drásticamente en las semanas siguientes. ¿Qué ocurre? Muchas mujeres narran que no han tenido suficiente apoyo en caso de dificultades. Existe mucha desinformación alrededor de la lactancia. El dolor está relacionado con la depresión. Si no se trata o se soluciona es fácil que la mujer se sienta deprimida. El fracaso en la lactancia parece una batalla personal perdida, cuando todos los agentes están implicados: profesionales sanitarios, sistema sanitario, sociedad, familia…Y un duelo difícil de llevar cuando las campañas hablan de que la lactancia es lo mejor, dar de mamar es dar amor y no de cómo solucionar problemas o acercar los recursos, como grupos de apoyo a la lactancia, a las mujeres.
Aparte del dolor en el postparto, otros factores orgánicos pueden ser cruciales. El hipotiroidismo puede provocar estados depresivos. Muchos casos pasan desapercibidos y, por lo tanto, sin ser tratados adecuadamente. Ante una mujer con depresión en el postparto se tendría que hacer una valoración física completa.
Y por si todo esto no fuera poco, algunos bebés nacen con necesidades especiales, ya sea como consecuencia del parto, de algún trastorno, o con una hiperexcitabilidad emocional que les hace difícil de calmar o muy demandantes, lo cual puede ser muy agotador para los padres. También existe una idea mítica de lo que es un bebé que no se corresponde con la realidad y puede hacer ver problemas donde no los hay. Es conveniente conocer los ritmos normales de sueño, de alimentación, las necesidades afectivas y de seguridad de un bebé para poderlos acompañar sin ser una lucha.
La mayoría de las madres están solas tras dar a luz. A pesar de que las parejas pueden tener 15 días de permiso, son del todo insuficientes. Alrededor todo son consejos, interferencias, que más que dar apoyo, hacen sentir a la madre como una incapaz. Es por ello que los grupos de crianza, de lactancia, son tan beneficiosos. En estudios llevados a cabo por la OMS se ha podido comprobar que dotar de apoyo de otras mujeres a la nueva madre puede reducir la incidencia de depresión postparto un 60%.
El apoyo de la pareja, de la familia también es crucial. La maternidad y paternidad son una situación completamente nueva que puede poner en jaque a la pareja. Por la experiencia llevando grupos de preparación a la maternidad/paternidad, cuanto más han participado conjuntamente en todo el proceso, mejor adaptación.
Ante todo este panorama, quizá si nos volviéramos a preguntar si es normal o no sentirse triste tras el parto, podríamos contestar que con todas estas circunstancias que no deberían ser normales, la depresión sería normal, ¿no?
Pero, y ¿qué podemos hacer?
Uno de los primeros puntos sería la prevención. Que desde la niñez se explicara qué es lo normal en el embarazo, parto, postparto. Cuando se habla del aparato reproductor apenas se habla del parto y de la lactancia, por ejemplo. Deberíamos romper con la imagen del parto doloroso y peligroso. En la preparación al parto se deberían dar más herramientas para afrontar los miedos, para dar más seguridad y sensación de control, al igual que mejorar la atención al parto en general, sin minimizar las variables afectivas y emocionales, y en el postparto asegurar que las madres no estén solas. Existen en nuestro país muchos programas que deberían generalizarse y promocionarse: contacto madre a madre, grupos de crianza, de lactancia, espacios familiares. Por otro lado, los profesionales deberíamos estar más formados y actualizados y no caer en la ‘opinología’ tan habitual.
Si por nuestra historia personal llevamos mucha carga convendría liberarnos de ella antes de llegar a la maternidad, es una manera de afrontar los retos más adecuada. Sino, nunca es tarde para trabajar en una misma.
Si la depresión postparto está presente, lo primordial sería que la valorase un profesional experto en la materia, que evaluase bien todas las variables y que se pudiera plantear una estrategia de intervención.
En cuanto al tratamiento de la depresión, la mayoría de antidepresivos, por ejemplo, son compatibles con la lactancia. Para más información, pueden consultar este artículo de la psiquiatra Ibone Olza.
La farmacoterapia puede ayudar, pero también puede ser totalmente insuficiente para según qué situaciones o causas. Una psicoterapia que ayude a fortalecer a la persona, a procesar experiencias traumáticas, a acceder a los recursos propios, puede ser fundamental. Normalmente cuesta ponerse a ello, además de los prejuicios que existen alrededor de la psicoterapia, pero una vez que las mujeres empiezan, salen altamente beneficiadas. Algunos profesionales de la psicología y la psiquiatría no ponemos impedimentos en acudir a consulta con el bebé, incluso a veces se puede hacer un trabajo conjunto que beneficie también a la criatura.
Por último, algunas investigaciones están apuntando hacia el consumo de Omega3 para combatir la depresión por su efecto antiinflamatorio a nivel cerebral, así como hacia la realización de ejercicio físico regular. La liberación de neurotransmisores como la dopamina o las endorfinas podría ser la responsable que el ejercicio equiparara sus resultados al de un antidepresivo.
La depresión postparto no es obligatoria, se puede prevenir y se puede tratar.
*Cristina Silvente